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Nazis

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El gobierno chino ha puesto el grito en el cielo por medio de su agencia de noticias Xinhua en la que reprueba de manera tajante las palabras que Benigno Aquino, presidente filipino, dijo recientemente en una entrevista al New York Times en la que comparaba las ambiciones territoriales chinas con las de la Alemania nazi de finales de los años treinta del siglo pasado. La reacción de China, a la altura de las circunstancias, al llamar “ignorante” al presidente filipino.

Debe quedar claro que son ciertas las ambiciones chinas que han abierto enfrentamientos con todos sus vecinos fronterizos, terrestres y marítimos (Rusia, India, Vietnam, Tayikistán, Kazajistán, Bután, Corea del Norte, Malasia, Brunéi, Filipinas, Mongolia, Taiwán y Japón), y que avisan de la nula capacidad diplomática de sus dirigentes, hijos de campesinos revolucionarios, hoy peligrosísimos ultra nacionalistas que ahogados en millones saben que para apoltronarse en el poder hay que dar de comer bandera.

Si uno se molesta en ver el mapa de Asia donde se dividen los repartos de trozos de mar entre las naciones con salida a él podrá observar el animoso interés de China por quedarse con casi todo. Decir que a más de dos mil kilómetros de sus costas quieren ser los dueños cuando esas ambiciones están a poco más de cien de las playas de muchos países que exigen un reparto más equitativo. La ONU sigue sin pronunciarse y China apela a una idiotez a la altura del intelecto de sus dirigentes: “Históricamente siempre han pertenecido a China”. Algo así como decir nada.

Hace un par de días un americano judío y una americana de origen chino presentaron un libro en el que opinaban sobre las diferentes razas del mundo y en donde ponían a judíos y chinos muy por encima de hispanos, negros y europeos. Se referían esencialmente a las familias americanas. Pero no deja de ser curioso que las razas de ambos escritores fueran las superiores y las del resto las inferiores.

Que se acuse a China de nazi no debería ni sorprender ni molestar. Yo en esta misma bitácora lo llevo tiempo advirtiendo. El problema no es más que la utilización del término ‘nazi’ que en la Europa progre molesta. Pero si ahora mismo repartieran alimentos gratuitos –o apartamentos con piscina– a los que fueran capaces de buscar equivalencias entre aquella Alemania nazi y algún país del mundo actual, sin duda, China sería el ejemplo perfecto. Porque no sólo toma a cada raza por inferior –paséense por China y abran los ojos– sino que hasta ha generado divisiones entre los propios chinos de la etnia ‘han’ que son mejores o peores según el dinero que tengan y la provincia en la que hayan nacido.

Sin lugar a dudas existen razas y nacionalidades superiores a otras, por mucho que estos comentarios rasguen las vestiduras de la sociedad. Nacemos y morimos iguales, pero en el trayecto del nacimiento a la muerte existen muchas maneras que nos hacen diferenciarnos del resto. Lo bueno es que los hay listos en África, en Canadá y en Villaverde. Como torpes. Luego cada uno exigirá que se midan a las razas y pueblos por sus escalas de valores, casi siempre aprendidas en programas escolares pusilánimes; pero es bien cierto que las hay mejores y peores; más productivas o menos; más altas o bajas; que generan más filósofos o hasta ninguno.

Lo que sí que debería quedar claro es que la China actual no es un ejemplo a seguir. Miren cómo tienen su país y lo comprenderán. China no es la ilusión de nadie. Ni siquiera de los chinos, que a las primeras de cambio cambian los yuanes por dólares y se largan deprisa y corriendo. La China actual no genera cultura. Ni investigación. Su mayor industria, como hace dos décadas, siguen siendo la copia masiva de los que sí crean. Curiosamente los niveles de contaminación, corrupción y explotación laboral a nivel mundial se han disparado desde que China tiene algo que decir en este mundo. Y aunque las clasificaciones tiendan a complicar esta teoría, basta con observar cualquier lista de los mejores cien libros de la historia de la literatura para comprender que es imposible que el 25% de la población mundial haya hecho tan poco por la Humanidad. Luego se le da el Nobel a Mo Yan y todo solucionado, cuando la verdadera solución llegará el día que China genere cultura y ésta sea admirada, copiada y estudiada, cosa que ahora mismo es absolutamente imposible que ocurra.

Pero mientras China se intenta quitar de encima la fama de nazi, la ONU –otra nazi por omisión de auxilio a Filipinas– mira para otro lado en la próxima Guerra Mundial que se nos viene encima mientras el New York Times entrevista a un Benigno Aquino gastando sus últimas balas de fogueo.

En el enfrentamiento chusco de qué nación es la mejor y qué raza la más fuerte yo no haré como la plebe –desde ya reniego de mi nacionalidad como ejemplo de algo–; pero citar a China como cúspide de algo que tenga que ver con lo bueno es algo tan penoso que haré como Andrea Camilleri, escritor siciliano, que hoy en las páginas de ABC ha dicho que “cuando vives rodeado de imbéciles, la vida no es muy agradable”.


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